Revista cultural de Finlandia. Entrevistas, artículos, noticias y
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Antonio della Casa
e Itziar Cabello


Iván Bilbao y Nina Ikonen en El Jardín



Actores:

Nina Ikonen:
Jasmine, Glitter Girl y madre

Itziar Cabello:
Elena y Glitter Girl2

Antonio della Casa:
Jere, Onni y Dark Flow

Iván Bilbao:
Orientador y 2 personajes chat

José Herrero:
Moderador del chat

Crítica teatral:
Peligro de explosión

Representación de la Compañía Ilmatar Teatro,
original de Elisa Salo.


Director: José Herrero

Actores: Nina Ikonen, Itziar Cabello, Iván Bilbao y
Antonio della Casa.

Compañía: Ilmatar Teatro

Lugar: Teatro Alfil, Madrid

Madrid, 28 de noviembre de 2011.




Peligro de explosión

Gratamente, deseo destacar, que fui invitado ex profeso a la mítica sala Alfil para presenciar la puesta de largo de una obra singular, que está escrita para educar. Allí había artistas, profesores, educadores, psicólogos, filósofos, aficionados a Finlandia y al teatro, y público curioso al que atrae cualquier propuesta que eclosione en este escenario tan poco convencional.

El interés no era otro que el de dejar constancia de mis impresiones, como también se las pidieron a otros muchos, para criticar y ver la utilidad de una obra hecha para chicos y chicas con problemas graves de hoy mismo, representados a través de la escenificación teatral y de una película que vivifica el mundo virtual, contemporáneos ambos.

La acción transcurre entre adolescentes y sus padres, en un colegio, en el hogar y en el espacio virtual de un chat: El Jardín. Tres jóvenes: Jere, Jasmine y Elena comparten una clase con el orientador del colegio al que asisten.

Allí, un Jere suramericano y descarado, encelado con la rubia, pija y bella Jasmine bromea con la tímida y “rarita” Elena, que se abstiene pero que es la preferida del propio orientador, el cuál sufre la ausencia a clase de su hijo Onni, que llega a los postres para recoger un test psicológico que anteriormente hicieron sus compañeros.

Antonio della Casa: misterioso actor sobre el que recae el mayor peso de las caracterizaciones, todas muy conseguidas, sobre todo la de Jere, novio de Jasmine, y la de Dark Flow. Sus numerosos registros multiplican la dimensión de una obra con cuatro actores principales, pero que parecieron una docena.

La caracterización como Dark Flow es completamente finlandesa, inmejorable, al estilo emo de Ville Valo, de los rockeros góticos de 69 Eyes o del mismísimo Brandon Lee en El Cuervo. Onni, sin embargo, no es más que una sombra, eclipsado por los otros dos personajes.

Nina Ikonen, escalofriante interpretación, escupiendo migas de galleta mientras juega a la oca, con una transformación soberbia en maruja fínlandesa y también de un tipo de madres que podemos encontrar en las ciudades españolas: tal vez divorciada, tal vez madre soltera, tal vez viuda, pero claramente sola, incapaz de llegar al corazón de su hija, abandonada ésta por las urgencias de la madre, más pendiente de sus propios problemas de soledad e inmadurez y anclada en el arcaico juego de la oca, a un abismo de distancia de la vida tecnológica que descubre Elena, aunque sólo las separe una generación.

La experimentada actriz finlandesa de teatro independiente gana muchos enteros cuando se olvida de la pura interpretación teatral y aplica sus tablas ganadas en el cine y en las miniseries de televisión. Sus mejores papeles han sido los que la alejan de su propia cronología y estética y asume roles que la obligan a sacar el genio interpretativo que lleva dentro.

Itziar Cabello borda su papel adolescente de Elena, ayudada por su físico menudo y juvenil y esa melancolía transformista que imprime a su personaje, de la que, a buen seguro, le costará salir cada vez que se cambie y salga a la calle después de la obra.

Elena se transforma posteriormente en Glitter Girl2, robando la identidad de la auténtica Glitter Girl (Nina), en un papel menos lustroso frente a la cámara, pero que Nina sí explota con la misma fuerza que el teatral de Jasmine, donde está pletórica físicamente y muy creíble como adolescente, con un vestuario y unos ademanes muy logrados.

Iván Bilbao ha torpedeado mis primeras impresiones de cuando interpretó Eléktrica, donde con un papel de primera magnitud, que lastró de inseguridades y manierismos y con poca espontaneidad, me llenó de dudas sobre sus capacidades.

Ahora, en su papel de orientador de colegio –probablemente un psicólogo- he tenido la sensación de que todos los orientadores son así: dramáticos, tristes, inmaduros, incapaces de ocuparse de sus hijos mientras dan consejos a los demás niños.

En cuanto al papel de intruso peligroso del chat, acechador de adolescentes, mantengo en las retinas su caracterización de travesti cibernético, en una versión moderna del terrible y patético personaje que interpreta Gert Fröbe en El cebo (Es geschah am hellichten Tag, 1958), de Lazlo Vajda, sobre una novela de Friedrich Dürrematt, pero con un hilarante y entrañable aspecto que refleja la potencia cómica de Iván y lamentablemente difumina un pavoroso problema cual es el de los lobos del chat, a la caza de adolescentes confiados.


LA OBRA, SU SIMBOLOGÍA Y PARALELISMOS

El bosque –como en la de Vajda- vuelve a ser en esta obra un espacio simbólico de carácter universal, que se contrapone a la ciudad. Aquí se denomina El Jardín y constituye un espacio virtual.

En él lo civilizado, lo real, desaparece para dar cabida al imperio de lo oscuro, de la fantasía, lo irracional, y hasta lo inhumano. Es El Jardín un lugar que debe evitarse por consejo de los mayores, pues allí acechan lo monstruoso, los ogros, las alimañas terribles como el lobo que persigue a Caperucita.

No es lugar adecuado para niños y niñas, inocentes de lo que allí se cuece, pero que ellos ven como el Paraíso y bálsamo de las iniquidades de la vida real.


LA OBRA, SU CRÍTICA Y PROYECCIONES

José Herrero está tan estético de moderador del chat que parece de plástico, y tan bien delante de la cámara como dirigiendo, ajustando en esta obra a algunos de los actores que estarán bajo su dirección en la gran obra de temática familiar –y también bulímica y purgativa- que está por llegar a los escenarios muy pronto.

La traducción de Luisa Gutiérrez es un costoso trabajo de ajuste estilístico a la jerga juvenil, aunque demasiado fiel al original en la representación, que abusa de anglicismos, sí prolijos en el habla adolescente finlandesa, pero escasos en la española, más dada a imitar argots relajados que a la artificiosidad de la anglofilia verbal, pues apenas se utilizan en España otros términos que no sean los tecnológicos y, esporádicamente, el OK.

Si se desea convertir Peligro de explosión en un producto educativo, deben cambiar los nombres y hacerse familiares y recordables, y también ajustar el lenguaje al de la calle y los patios de colegio del aquí y ahora. Y por qué no, el título.

La escena de la “muerte de la madre de Onni” debe ser reestructurada, pues la confusión lleva a pensar que es el mismo Onni el fallecido y sepultado, tal vez por su propia mano ... y no se sabe si es que yace allí abajo, si acabó consigo allí ... o si el tumor fue una excusa inventada por un padre que quería olvidar. Sólo después se sabe que fue la madre la muerta. Y es que es una escena clave, pues es la explicación del conflicto psicológico de Onni.

En el transcurso de la obra, la bulimia aparece como un devenir más de la misma, cuando debería enfatizarse más el gravísimo problema de salud que es, tal vez explotando el dramatismo de la escena del retrete.

El video del chat es divertido e imaginativo, casi constitutivo de otra obra paralela, como si se superpusieran cine y teatro, y nada menos que ¡el cine al servicio del teatro!, pero los intrusos adultos en la red son peligros reales, personas desequilibradas, que se travisten, sí, pero de corderos siendo lobos.

La impresión general de la obra es la de una pieza original, de argumento acertado y con un gran conocimiento de la problemática padres-hijos y las nuevas tecnologías; también de los trastornos alimentarios.

El guión es sobresaliente, producto de una gran traducción directa del finés, lo que es muy de agradecer; ágil, actual y bien ejecutado por la sencillez del mismo, pero también por lo armónico de las intervenciones, nada forzadas, tan naturales y espontáneas que hacen muy creíbles a los personajes.

Herrero ha sabido aprovechar una gran obra y una gran traducción para montar una pieza singular, interesante, a la que le falta una mejor iluminación que supla lo exiguo del decorado, pero armónica, entretenida, y sangrantemente adulta y actual. Sus personajes vagan cautivos bajo la batuta de Herrero dóciles, comprometidos y confiados en el director, y eso se nota en un estreno en un gran teatro como es El Alfil, donde apenas hubo fallos.


José Luis Muñoz Mora
Madrid, 6 de diciembre de 2011



Nina Ikonen


Antonio della Casa
como Dark Flow



Director de escena y dramaturgia:
José Herrero

Compañía:
Ilmatar Teatro

Libreto:
Elisa Salo

Traducción:
Luisa Gutiérrez

Escenografía:
Evelyn Joice

Iluminación:
Víctor Cadenas

Vestuario:
Nuria Martínez

Fotografía:
Reto Halme

Música:
Javier Fernández

Tema de El Jardín:
Oskari Ikonen
(Grupo Rahman)

Fotorafía del cartel:
Álvaro Peña

Diseño gráfico:
Aaron Kallinen



F I N L A N D I A, portada