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Las dos Aliides


Hans y Aliide








Personajes por orden de aparición:


Torturador, Lavrenti y Martin: Borja Fano

Torturador y Paša:
Álvaro Garayalde

Aliide joven:
Sandra Ferrús

Jefe mafioso y Hans:
David Macías

Zara: Nina Ikonen

Aliide anciana:
Ana Pimenta




Crítica teatral:
Purga, de Sofi Oksanen

Representación de las Compañías Ilmatar y Vaivén.


Director: José Herrero

Actrices: Nina Ikonen, Ana Pimenta y Sandra Ferrús.

Compañías: Ilmatar Teatro y Vaivén

Lugar: Sala La Cuarta Pared, sábado 3 de noviembre 2012,
21.00 Horas. Madrid



Introducción y resumen de la representación

Después de dos intentos y de quedarme a las puertas del teatro por culpa del tráfico y las circunstancias, accedí por fin a la sala donde empezarían a desfilar los crímenes y atrocidades, las vergüenzas y secretos de unos personajes creados por la notable Sofi Oksanen, salidos de su imaginación y tal vez de su memoria, a la vista de la cruda intensidad de lo relatado o de lo recordado.

En la representación de la obra en Finlandia los llenazos fueron sonados, no así en el estreno en Nueva York, que fue un fracaso de público y de crítica.

En España, la dirección del joven Herrero ha superado con sobresaliente la puesta en escena, basada en la primera versión teatral de la autora, que es algo menos atroz que la posterior novela, en la cuál los homicidios florecen como trompetas de la muerte.

Los decorados, muy al estilo Dogville de Von Trier, han permitido desarrollar las escenas en muy pocos metros cuadrados, pero con una gran maestría.

La música y los efectos de sonido de Iñaki Salvador nos han transportado a las miserias de la Estonia invadida por los rusos de 1944 y a las de la post-independencia de 1992, donde la mafia estonia extiende sus tentáculos a ambos lados del Golfo de Finlandia.

La mayor parte de la escenificación ocurre en la casa de Aliide, donde mueren Paša, Hans y Martin, como en la guarida de una mortífera viuda negra.

Las retrospectivas son constantes, yendo desde el presente, donde una Aliide anciana acoge a la fugitiva y asesina Zara, hasta el pasado, donde la joven Aliide se debate en la desesperación de esconder a su cuñado Hans en el sótano, compartir cama con un comisario comunista y ocultarle a Hans que delató a su mujer Ingel y a su hija, por lo que fueron deportadas a un GULAG después de ser torturadas con la participación de la mismísima Aliide.

Durante toda la obra, los distintos personajes se lavan las manos, como queriendo expresar tanto exención de responsabilidad como limpieza de sus pecados.



El desarrollo de la historia

En un pequeño pueblo de la Estonia invadida por los rusos, las cosas han cambiado drásticamente. A los pequeños propietarios de tierras que no colaboran con el comunismo los llevan a los bajos del ayuntamiento para torturarlos y deportarlos más al este. Deben ceder sus tierras a la colectividad.

Aliide y su hermana Ingel son procesadas y Aliide, para librarse, denuncia a su hermana, que es torturada junto con su pequeña Linda de 10 años. Hans es el esposo de Ingel y, desconocedor de todo, se esconde en el sótano de la casa de Aliide, donde ésta lo acoge porque está enamorada de él, de su limpieza de espíritu frente a tanta barbaridad y falsedad.

Aliide se casa con el comisario político Martin para poder sobrevivir. En el piso de arriba vive ella con su esposo, y en el sótano Hans, que acaba enloqueciendo de amor por la deportada Ingel. Aliide le oculta el terrible secreto de su delación y cuando Hans intenta escapar a Tallin, regresa herido a casa. Aliide, por miedo a llamar un médico y que Martin descubra todo, decide acabar con la vida de Hans, enterrándolo en el sótano.

Ya en 1986, después del accidente nuclear de Chernobil, el afecto Martin se entera por su hija de que el régimen les ha ocultado la verdad y muere melancólico bajo un abedul manchado de polvo radioactivo.

Estamos ahora en 1992, después de recuperada la independencia de Estonia. Una prostituta rusa llamada Zara acude a la casa de Aliide buscando refugio. Zara es hija de Linda, nieta de Ingel y por lo tanto Aliide es su tía abuela.

Zara había asesinado a un cliente, un jefe mafioso que la vejaba sexualmente y huye de los proxenetas para los que trabajaba, Paša y Lavrenti. Ambos llegan a casa de Aliide, buscando a Zara. En una discusión, Lavrenti acaba con la vida de Paša y Aliide entrega a Zara a Lavrenti para que la proteja y la lleve a Tallin hacia una nueva vida, en una repetición de su vida con Martin.



Las intervenciones

La dirección de actores por parte de José Herrero ha conseguido una representación equilibrada, entretenida y muy emotiva, que nos tiene pegados a la butacas durante 90 minutos seguidos, con muy escasas pérdidas de atención. Tan sólo los altibajos en la acústica de las voces de Zara (Nina Ikonen) y Aliide (Ana Pimenta) nos sacan por un instante de la intensa emoción.

Nina Ikonen está ajustada y vistosa en su papel de rusa extranjera, especialmente en la escena de la puerta, con su propia historia sórdida detrás, pero tan sólo paralela a la vida de la Aliide anciana, verdadero pivote sobre el que bascula toda la obra. Lo mejor ha sido su caracterización de vieja amargada y sus expresivas presencias fantasma cuando recuerda su azarosa vida.

Aliide joven (Sandra Ferrús) está descomunal, dramática, vibrante, empequeñeciendo a su par: un Martin (Borja Fano) que parece más un seminarista pervertido que un cruel comisario político.

La intensa relación con su cuñado Hans (David Macías) es lo mejor de las interpretaciones; él tan frágil y alienado y ella tan de este mundo, que maneja a su marido y a su cuñado a su antojo, pero encarcelada por las demandas de ambos y por las ambiciones de ella misma.

Ambos hombres acaban sucumbiendo en el domicilio de Aliide, como en una especie de casa de los horrores, lo mismo que Paša, el mafioso, un discreto Álvaro Garayalde que no ha aportado nada de idiosincrasia al personaje, acartonándolo en un estereotipo italiano que lo descentra geográficamente.

Lavrenti, el otro mafioso (Borja Fano) es un comparsa de Paša, no quedando claro su papel ni su preponderancia durante la relación con Paša ni al final de la obra.

La Purga de José Herrero tiene empaque suficiente para continuar representándose tal y como ha salido del horno, pero ahorrando en explicaciones prolijas en los diálogos, pues el recurso de la voz en off debe ser suficiente para enmarcar la historia.

Paša y Lavrenti son dos papeles que dependen mucho de la información aportada en el libreto y por el director, pues los mafiosos estonio-rusos y los ex-agentes del KGB metidos a delincuentes tienen un contenido que no se improvisa y no son culpables ni Álvaro ni Borja de ello.

Por último, se echa en falta un monólogo prolongado y sentido de Zara en el que ella cuente al público, en primera persona, su terrible historia, pues queda desdibujada ante esa celestina intrigante de Aliide, que se come todo el escenario.



Interpretación de la obra

La filiación fino-estonia de la autora, la convivencia con los invasores rusos relatada por sus familiares y el diferencial Oriente-Occidente se han amalgamado para que una historia de violencia política y contra la mujer adquiera tintes tan peculiares y de interés.

La obra es un compendio de las difíciles relaciones entre los hombres y las mujeres adultos de otra época, bajo un marco político opresor, pero que se repite en el tiempo actual, con otros tintes, con otros modos. Pero sobre todo es el relato de una familia de mujeres asesinas, que sufrieron como otras mujeres y otros hombres, pero que decidieron asesinar y esconder para escapar de sus sufrimientos y tal vez para no sucumbir.

El título Purga obedece a una profunda necesidad psicológica de los personajes –y quizá de la propia autora- de purgar, de limpiar, de expiar los pecados, o borrar las culpas a través de algún sacrificio, que en este caso es sobre las carnes de los demás y no sobre uno mismo.

Esta justicia de la venganza mortal justificada está presente en la literatura nórdica de todas las épocas y entronca directamente con los deseos inconscientes de los creadores, ante la realidad de la impunidad de los culpables, que siempre escaparían.

El director ha logrado sabiamente alejar la obra del estereotipo de una simple representación centrada en mujeres agredidas sexualmente y no amadas que matan hombres como venganza, y aunque el contenido es fundamentalmente ese, las circunstancias sí importan y consigue que la protagonista sea vista no como un monstruo sino como un ser humano prisionero de su tiempo y sus pasiones.


José Luis Muñoz Mora
Madrid, noviembre 2012


Zara


Aliide anciana




Hans





Dirección y versión:
José Herrero

Ayudante de dirección:
Dorleta Urretabizkaia

Compañías:
Ilmatar Teatro y Vaivén

Traducción:
Luisa Gutiérrez

Música original:
Iñaki Salvador

Iluminación:
Víctor Cadenas

Vestuario:
Nuria Martínez

Dirección de producción:
Ana Pimenta y
Santiago Sueiras


F I N L A N D I A, portada

Enlaces:

Embajada de Estonia en Madrid

En español está disponible la siguiente bibliografía:

  • Purga. Sofi Oksanen. Salamandra, Barcelona 2011.
    ISBN 978-84-9838-352-2